¿A quién o a qué recurres en los momentos difíciles?
¿Tu cónyuge, un amigo, tu programa de TV favorito? Aunque ninguna de estas cosas es mala, no pueden proporcionar la paz y el consuelo duraderos que anhela tu alma. Las personas que te quieren pueden animarte, pero ¿pueden restaurar tu alma? Un programa de TV puede ofrecerte una distracción divertida, pero ¿puede transformar tu mente?
Sólo en la oración -comunión con nuestro Padre- podemos encontrar un refrigerio que perdure, una luz que ilumine la oscuridad.
Acudamos a las Escrituras para que nos recuerden lo que puede hacer la oración.
La oración conduce a la liberación
«Cuando los justos claman pidiendo ayuda, el Señor los oye y los libra de todas sus angustias»
-Salmo 34:17 (RVR)
Dios es un libertador. Lo vemos en toda la Escritura: liberó a Noé y a su familia del diluvio, liberó a los israelitas de Egipto, liberó a David de Goliat y, lo más importante de todo, envió a Su Hijo para liberarnos de la muerte eterna y de la separación de Él.
La oración nos ayuda a resistir
«Estad alegres en la esperanza, pacientes en la aflicción, fieles en la oración»
-Romanos 12:12 (NVI)
La vida está llena de pruebas. Nadie es inmune al sufrimiento. Dios nos llama a ser fieles en la oración mientras vivimos con esperanza desafiante y soportamos pacientemente las dificultades. No es casualidad que estas tres cosas se mencionen en el mismo pasaje: cada una es esencial para la otra. Es en la oración donde encontramos la fuerza para tener alegría en medio de las pruebas.
La oración es poderosa
«La oración de una persona justa es poderosa y eficaz»
-James 5:16 (NVI)
En medio de una temporada dura, a menudo intentamos controlar cosas que están fuera de nuestro control. Normalmente no podemos cambiar nuestras circunstancias, por mucho que lo intentemos. Pero no estamos indefensos, y debemos recordar el poder de la oración. En la oración, vamos más allá de nosotros mismos y de nuestras propias fuerzas, e invocamos a Dios Todopoderoso, pidiéndole que intervenga, restaure y libere.
Cuando no sabes por dónde empezar
Pasar por dificultades a menudo hace que nos aislemos y nos alejemos de la gente y de Dios. Tal vez no hayas rezado en mucho tiempo. Nunca es demasiado tarde para hablar con Dios e invitarle a entrar en lo que estás viviendo en este momento. ¿Quieres rezar pero no sabes cómo?
Puedes empezar con esta sencilla oración:
Padre Celestial,
No sé exactamente por dónde empezar, pero sé que Tu Palabra dice que me escuchas cuando rezo. Te necesito, Señor. Por favor, renueva mis fuerzas y lléname de nuevo con Tu Espíritu Santo. Ayúdame en mi debilidad. Confío en que Tú eres fiel y en que Tu Palabra es verdadera. Cuando me sienta solo, confío en que Tú nunca me dejarás ni me abandonarás. Ayúdame a correr hacia Ti antes que a cualquier otra cosa o persona. Tú eres la única fuente de vida verdadera. Gracias por amarme. En el nombre de Jesús, Amén.
Incluye a los Sin Biblia en tus oraciones
¿Sabías que hay millones de personas sin ninguna Escritura en su lengua? Eso significa que no pueden recurrir a la Biblia en busca de aliento, consuelo y esperanza. No saben lo que es tener la Palabra de Dios en las manos.
En Reza por Cero, rezamos por los que carecen de Escritura. Rezamos para que un día todas las lenguas y grupos humanos tengan acceso a la Biblia. Hasta que lleguemos a cero, rezamos. ¿Te unirás a nosotros?
Comienza aquí.