Oración y sufrimiento
Una cosa que todos comprendemos del ser humano es que todo el mundo experimenta sufrimiento. Y cuando sufrimos intensamente, es muy fácil recurrir a todo tipo de mecanismos de afrontamiento negativos para ayudar a disminuir nuestro dolor. Aunque esto parece muy natural, como cristianos debemos recordar siempre que existe una alternativa mejor. Esta alternativa mejor de la que hablo, como puedes deducir por el título, es la oración.
¿Creerías que rezar, especialmente en momentos de sufrimiento, es una de las cosas más proactivas que puedes hacer? A primera vista, esto parece muy difícil de creer. Sin embargo, creo que la razón por la que pensamos así se debe principalmente a que hemos sido formados por la cultura más que por las Escrituras. Sin embargo, como cristianos, nuestra respuesta al sufrimiento debe ser diferente. Así que exploremos por qué la oración es tan esencial para volvernos inmediatamente hacia ella cuando el sufrimiento llama a la puerta.
Conectar con Dios cuando sufrimos
La oración no es un acto pasivo. Cuando nos comprometemos con Dios en la oración, somos participantes activos. Por eso tiene sentido que, cuando atravesamos un sufrimiento, nos dirijamos a Dios en oración y confiemos en Su fuerza y no en la nuestra. El Salmo 46:1 nos recuerda que Dios es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda muy presente en la angustia. Así pues, si Dios es nuestra «fortaleza» y «ayuda presente» cuando nos enfrentamos a problemas, haríamos bien en conectar con Dios en oración inmediatamente cuando surja un nuevo sufrimiento en nuestra vida.
Renunciar al control y confiar en Dios mientras se sufre
Muchas veces, cuando sufrimos intensamente, nos damos cuenta del poco control que tenemos como seres humanos. Sin embargo, si somos sinceros con nosotros mismos, a la mayoría nos cuesta confiar en Dios y renunciar al control de nuestras vidas cuando atravesamos sufrimientos de diversa índole. Sin embargo, someterse a Dios y confiar en Él en medio de nuestros sufrimientos es el ejemplo que Jesús nos dio en el Huerto de Getsemaní (Marcos 14:32-36). Jesús oró y luego se sometió a la voluntad del Padre a pesar del sufrimiento que estaba experimentando injustamente. Rezar en los momentos de sufrimiento nos ayuda a abandonar toda forma de autosuficiencia y a rendirnos a un Dios bueno que está con nosotros en todas las noches oscuras de la vida (Josué 1:9).
La oración aumenta la resistencia y la perspectiva durante el sufrimiento
En Santiago 1:2-4 se dice: «Hermanos míos, tened por pura alegría cuando os enfrentéis a pruebas de muchas clases, porque sabéis que la prueba de vuestra fe produce perseverancia. Dejad que la perseverancia termine su obra para que seáis maduros y completos, sin que os falte nada». Nunca me han gustado mucho estos versículos, la verdad, porque no me gusta la idea de encontrar alegría en las pruebas. Sin embargo, sí me gusta la idea de convertirme en un cristiano más resistente, especialmente en la oración. Y la verdad es que el sufrimiento es uno de los mejores maestros de perseverancia de que disponemos. Y a medida que crecemos en perseverancia, nuestra perspectiva cuando rezamos (si lo hacemos a menudo cuando estamos sufriendo) puede cambiar, y somos capaces de mirar hacia el futuro. Un futuro en el que Dios enjugará toda lágrima y ya no habrá dolor ni sufrimiento (Apocalipsis 21:4).
Conclusión
Recurrir primero a la oración cuando se atraviesa un sufrimiento requiere mucha práctica. Recuérdalo, y no seas demasiado duro contigo mismo cuando tu tendencia natural sea recurrir primero a otras cosas. Como la mayoría de las cosas de la vida, te llevará práctica y disciplina llegar al punto en que la oración sea lo primero a lo que recurras. Sin embargo, con el tiempo, la paz, la comprensión y la satisfacción arraigarán en tu vida de oración, y verás lo valioso que es utilizar esta herramienta cuando atraviesas el sufrimiento.
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