Mientras reflexionamos sobre los resultados de esta temporada electoral, tengamos la seguridad de que nuestra esperanza última no descansa en ningún líder, sino en la soberanía perdurable de Dios. Sólo Él es el líder perfecto, que un día regresará en gloria. Independientemente de quién ocupe el cargo, Su autoridad sigue siendo suprema, y Su amor y Sus planes para Su pueblo son firmes.
La Biblia nos proporciona verdades eternas sobre Su gobierno y nuestra llamada a rezar por los que están en el liderazgo:
La autoridad suprema de Dios: «Porque la realeza pertenece al Señor, y Él gobierna sobre las naciones». -Salmo 22:28
El gobierno del Señor se extiende sobre todas las naciones, líderes y políticas. Su mano actuó en esta elección, y nada se desarrolla al margen de Su conocimiento o propósito. Mientras avanzamos, podemos confiar en que Dios sigue siendo el Rey supremo sobre todo poder terrenal.
El Plan Perfecto de Dios: «Y sabemos que en todas las cosas Dios obra para el bien de los que le aman, de los que han sido llamados conforme a su propósito». -Romanos 8:28
Ante los cambios que se avecinan, podemos confiar en que Dios obra todas las cosas para el bien de quienes le aman. Sus planes son perfectos y Su amor inmutable, que abarca a todos los líderes y todos los momentos. Venga lo que venga, podemos descansar en Su guía sabia y llena de propósito.
Nuestra llamada a la oración: «Exhorto, pues, ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que vivamos en paz y tranquilidad, en toda piedad y santidad.» -1 Timoteo 2:1-2
Al entrar en este nuevo capítulo, estamos llamados a elevar a nuestros líderes en oración. Necesitan la sabiduría, la integridad y el discernimiento de Dios mientras dirigen. Recemos fielmente por ellos, confiando en que Dios pueda guiar a nuestra nación y bendecir a todas las personas a través de su servicio.
Nuestra ciudadanía en el cielo: «Pero nuestra ciudadanía está en el cielo. Y de allí esperamos ansiosamente a un Salvador, el Señor Jesucristo». -Filipenses 3:20
Recordemos que nuestra lealtad última es al Reino de Dios. Nuestra esperanza está asegurada en Cristo, y esta verdad nos capacita para contribuir al bien de nuestra nación mientras mantenemos la vista fija en la eternidad.
Mientras avanzamos, celebremos la soberanía de Dios y recemos de todo corazón por nuestros líderes. Su reinado es eterno, Su fidelidad inmutable y Sus propósitos buenos. Podemos confiar en Su control y encontrar una paz duradera en Sus promesas.